lunes, 21 de mayo de 2018

Atahualpa Yupanqui. Cerro Bayo II.


“Por los caminos van los hombres y las mujeres hacia los cañaverlas abajeños, a cambiar una canción por paludismo”

Altahualpa Yupanqui. Cerro Bayo I.

“Por los caminos van los hombres y las mujeres hacia los cañaverlas abajeños, a cambiar una canción por paludismo"

Mempo Giardinelli II

"Tito nunca más"

Mempo Giardinelli I


Mempo Giardinelli (ResistenciaChacoArgentina2 de agosto de 1947)​ es un escritor y periodista argentino. Traducido a 26 idiomas, fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos en 1993 en Venezuela y recibió también diversos premios en MéxicoEspañaItalia y Chile
Cuento: "La triste historia de las gemelas Popoff"

jueves, 17 de mayo de 2018

Manuel J. Castilla III


Esta tierra es hermosa.
Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.
La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen;
Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco
Como una boca de horno de pan recién prendido,
Yuchanes de leyenda
En donde duermen indios y ríos esplendentes,
Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio
Y bejucos volcando su azulina inocencia.
Todo eso quiero.
Y hablo de contrapuntos encrespados
Y de lo que ellos para virilmente sangrientos
Cuando el vino en la muerte es un adiós morado.

Manuel J. Castilla II

Qué lindo cuando me muera y vengan mis amigos a mirarme los ojos.
 Estaré ya lejano, llenas de un sueño quieto mis pupilas. 
Tal vez dentro de esa agua
 vayan viendo las cosas que yo he visto y amado:
 un lapacho amarillo y otro lapacho blanco donde miré la tarde endulceserse silenciosa
 y a la nieve pensando su copo más hermoso.

Manuel J. Castilla I

Manuel José Castilla (Cerrillos, 14 de agosto de 1918 - Salta, 19 de julio de 1980), habitualmente citado como Manuel J. Castilla, fue un poeta, letrista, escritor y periodista, bailarín, agricultor, ingeniero, compositor bioquímico argentino.

Ray Bradbury. Crónicas Marcianas V

- Me parece que los marcianos eran bastante ingenuos.
- Sólo cuando les convenía. Renunciaron a empeñarse en destruirlo todo, humillarlo todo. Combinaron religión, arte y ciencia, pues en verdad la ciencia no es más que la investigación de un milagro inexplicable, y el arte, la interpretación de ese milagro. No permitieron que la ciencia aplastara la belleza. Se trata simplemente de una cuestión de grados. Un hombre de la Tierra piensa: «En ese cuadro no hay realmente color. Un físico puede probar que el color es sólo una forma de la materia, un reflejo de la luz, no la realidad misma». Un marciano, mucho más inteligente, diría: «Este cuadro es hermoso. Nació de la mano y la mente de un hombre inspirado. El tema y los colores vienen de la vida. Es una cosa buena».

Ray Bradbury. Crónicas Marcianas IV

"No estaría bien hacer ruido, en esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa Sería una suerte de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrándose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas, delicadas ruinas de las ciudades de este antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso. Y Spender se estremeció por dentro al pensarlo.
Alimentó la hoguera moviendo las manos sobre ella como en una ofrenda a un gigante muerto. Habían descendido en la inmensa tumba de una civilización desaparecida. El más simple respeto exigía que pasaran en silencio esa primera noche."

Ray Bradbury. Crónicas Marcianas III

"Nunca llegó a la puerta.
A la mañana siguiente, la banda de música tocó una marcha fúnebre. De todas las casas de la calle salieron solemnes y reducidos cortejos nevando largos cajones, y por la calle soleada, llorando, marcharon las abuelas, las madres, las hermanas, los hermanos, los tíos y los padres, y caminaron hasta el cementerio, donde había fosas nuevas recién abiertas y nuevas lápidas instaladas. Dieciséis fosas en total, y dieciséis lápidas.
El alcalde pronunció un discurso breve y triste, con una cara que a veces parecía la cara del alcalde y a veces alguna otra cosa"

Ray Bradbury. Crónicas Marcianas II.

"El cohete, reclinado en la colina soleada, no desapareció. Cuando en el ocaso del día la gente del pueblo encontró el cohete, se preguntó qué sería aquello. Nadie lo sabía; por lo tanto fue vendido a un chatarrero, que se lo llevó para desmontarlo y venderlo como hierro viejo. Aquella noche llovió continuamente. El día siguiente fue bueno y caluroso."

Ray Bradbury. Crónicas Marcianas I.

"¿Qué ha hecho este hombre de Illinois me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me pueblen de terror y de soledad? ¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo "fantástico" o a lo "real", a Macbeth o a RaskoInikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o novelería, de la science fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street."
 Jorge Luis Borges en el prologo a Crónicas Marcianas.

Ray Bradbury IV

"Los Ratones" y "Todo el verano en un día" De Remedio para melancólicos. 
 "Llovía desde hacía siete años; miles de días sobre miles de días que la lluvia había tejido de extremo a extremo, con tambores y cataratas de agua, con el estrépito de tempestades que inundaban las islas como olas de una marea. La lluvia había triturado mil bosques que habían crecido mil veces para ser triturados de nuevo. Y así era para siempre la vida en el planeta Venus, y aquella era la escuela de los hijos de los hombres y mujeres del cohete que habían venido a un mundo de lluvias, a traer la civilización y a vivir sus vidas."

Ray Bradbury III

El hombre ilustrado se movía en sueños. Se volvía a un lado y a otro, y con cada movimiento una escena nueva comenzaba a animarse, y le coloreaba la espalda, el brazo, la muñeca. El hombre ilustrado alzó una mano sobre la oscura hierba de la noche. Los dedos se abrieron y allí, en su palma, otra ilustración nació a la vida. El hombre ilustrado se volvió hacia mí y allí en su pecho había un espacio vacío, negro y estrellado, profundo, y algo se movía entre esas mismas estrellas, algo que caía en la oscuridad, que caía, mientras yo lo miraba...

Ray Bradbury II

Yo no sabía entonces que era ilustrado; sólo vi que era alto, que alguna vez había sido esbelto, y que ahora, por alguna razón, comenzaba a engordar. Recuerdo que tenía los brazos largos y las manos anchas, y un rostro infantil en lo alto de un cuerpo macizo. Me hablo antes de verme, como si hubiese adivinado mi presencia. 
-Señor, ¿sabe usted dónde podría encontrar trabajo? 
-Temo que no -le respondí. 
-Cuarenta años y nunca he tenido un trabajo duradero -me dijo. 
Aunque hacía mucho calor, el hombre ilustrado llevaba una camisa de lana, cerrada hasta el cuello. Los puños de las mangas le ocultaban las anchas muñecas. La transpiración le corría por la cara. Y sin embargo no se abría la camisa.
 -Bien -me dijo al fin-, este lugar es tan bueno como cualquiera para pasar la noche. ¿No lo molesto?
 -Si usted quiere, me sobra un poco de comida -le invité. 
Se sentó pesadamente y lanzó un gruñido. 
-Se arrepentir de haberme invitado -me dijo-. Todos se arrepienten.

Ray Bradbury I

Ray Douglas Bradbury (Waukegan, 22 de agosto de 1920-Los Ángeles, 5 de junio de 2012) fue un escritor estadounidense de misterio del género fantástico, terror y ciencia ficción. Principalmente conocido por su obra Crónicas marcianas (1950) y la novela distópica Fahrenheit 451 (1953).  "La Carretera" de El hombre ilustrado.